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Las primeras semanas de clases comprobaron que se incuba en la Universidad una masiva respuesta frente al brutal ataque del gobierno de Milei. No podía ser de otra forma, ya que el congelamiento nominal del presupuesto en un cuadro hiperinflacionario equivale directamente al cierre del conjunto del sistema universitario argentino. La política de los rectores es la negociación y el acompañamiento al Gobierno, lo que se tradujo en ninguna mejora de propuesta presupuestaria. Por debajo, sin embargo, un conjunto de autoconvocatorias estudiantiles y docentes desborda los estrechos márgenes de sindicatos y centros de estudiantes. El 23 está planteada una movilización general de la Universidad desde el Congreso a Plaza de Mayo. La iniciativa fue lanzada por los sindicatos de docentes universitarios y la FUA, a la cual se plegaron los rectores.
En la UBA se vienen desarrollando acciones de lucha en el conjunto de las facultades. Algunas de ellas involucraron a un amplio sector estudiantil y docente, como son los casos de Filosofía y Letras, con una movilización que se propuso el corte de calles, y los de Exactas y de Naturales, con asambleas y deliberaciones masivas. En todos lados se despertó un clima de organización, inclusive donde el rectorado piensa que dirige con firmeza: Medicina, Económicas y Derecho. Allí docentes y estudiantes se autoconvocaron y trazaron una ruta de acciones. El tenor de las medidas fueron principalmente las “clases públicas”, logrando en varias oportunidades movilizar a la calle cursos y teóricos enteros. Este clima de movilización se replica en todo el país, con acciones en La Plata, Córdoba, Mar del Plata y otras ciudades. La movilización del 23 a Plaza de Mayo tendrá su expresión en todas las provincias.
Los centros de estudiantes, a la retranca
Las organizaciones estudiantiles no se han propuesto dirigir esta lucha. Políticamente, son un factor de confusión. En todos los casos se encuentran a la rastra de los acontecimientos, teniendo en varios casos que ´acompañar´ medidas autoconvocadas. La dirección de FUA y FUBA (Franja Morada y un sector del peronismo) se dedica a “juntar firmas” y presentarlas en alguna ventanilla gubernamental. No convocan instancias de deliberación o asambleas en ningún lugar que dirigen. Para convocar a movilizarse el 23, han elegido el slogan “cuidemos lo que funciona”, destacando el “modelo de eficiencia pública” que significa la Universidad argentina en comparación con su presupuesto y los rankings que ocupa a nivel internacional. Esa “eficiencia” se desarrolla sobre la base de un atropello histórico a las condiciones laborales de enseñanza y a una expulsión del sector mayoritario que pretende acceder a la educación superior.
En el caso del kirchnerismo y el FIT-U, confeccionan “planes de lucha” que buscan integrar a los radicales y a las propias autoridades universitarias. El ejemplo más grotesco de esta política ocurre en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), donde se conformó una “mesa de acción política” entre la rectora, el kirchnerismo, el FIT-U y el NMAS. El FIT-U presenta este frente político con un ala de las camarillas privatizadoras como un “frente único de lucha”, en el que revista buena parte de la ´oposición dialoguista´ a Milei. En este “frente de lucha” conviven la FUA de Yacobitti-Lousteau, el Consejo Interuniversitario Nacional (los rectores) y las direcciones de todos los sindicatos docentes universitarios. La CGT anunció su “acompañamiento” a la movilización del 23. La función de este frente es evitar una respuesta generalizada -la huelga general educativa- y controlar la negociación con el gobierno.
Rectores
La adhesión del CIN y los rectores a la movilización del 23 se inscribe en este intento de copamiento del reclamo universitario. La intransigencia y las provocaciones del Gobierno, sin embargo, expresan el fracaso de la política “negociadora” de las autoridades universitarias. El vocero del Gobierno se burla en sus conferencias de prensa cuando anuncia “aumentos del 70 %” en el presupuesto universitario, cuando en realidad se refiere a un sólo ítem y el ´incremento´ representa apenas el 2,2 % nominal del total del presupuesto. Este hachazo presupuestario realmente pone en peligro la elemental continuidad lectiva, que ya se expresa con cierres de comisiones y un principio de colapso edilicio y de recursos.
En la Facultad de Exactas, un pabellón entero, 0+ infinito, equipado con última tecnología, no se abre por la cancelación del contrato con la empresa de limpieza. En Veterinaria, convocan a los estudiantes a llevar ellos mismos insumos como alcohol y lavandina y no hay gas. Se busca un quiebre de la Universidad que obligue a una arancelización, al menos parcial. Las autoridades, por su parte, han promovido reformas de planes de estudio que achican carreras y plantean la titulación intermedia (bachiller) como forma de vaciar los contenidos y, en próxima instancia, promover un arancel del segundo tramo de la carrera. Abiertamente ya se plantea el arancel universitario en los debates de los departamentos de materias, o la asimilación de la Universidad al sistema de “copagos” de la salud pública. El enfrentamiento con Milei responde a los ritmos y direcciones que ese proceso de privatización debería alcanzar. En un sentido general, los bloques políticos a los que responden las autoridades -UCR y peronistas- colaboran con Milei en el sostenimiento del DNU y negocian la aprobación de la “ley ómnibus” y el “pacto de mayo”. La dirección de la lucha universitaria no debe quedar en manos de estos sectores.
Abajo el gobierno privatizador
La movilización del 23 a Plaza de Mayo, su preparación y masividad, serán un gran paso en la lucha contra el gobierno de Milei. No serán quienes encabecen esa movilización -rectores, legisladores de la “oposición” y burocracias sindicales- los que darán una lucha a fondo en defensa de la Universidad. La derrota del Gobierno reclama una gran iniciativa por abajo, que prepare una huelga educativa indefinida y que desafíe al Gobierno con la masiva fuerza de los estudiantes y docentes, en alianza con los trabajadores.
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